Cada año al finalizar el ciclo anual del maíz, las comunidades indígenas de México celebran con fiestas el Día de los Muertos, el retorno transitorio de las almas de sus ancestros a la Tierra, una ceremonia que reafirma el papel de los individuos en la sociedad y refuerza el estatus sociopolítico de las etnias. En días específicos, esparcen pétalos de flores y colocan velas y ofrendas de la casa al cementerio, al tiempo que ofrendan alimentos en altares y tumbas adornados con flores, objetos simbólicos y siluetas de papel. El trasfondo simbólico y los ritos religiosos de estas fiestas están asociados a creencias prehispánicas y europeas.
Por otra parte, las celebraciones brindan también un espacio para la reproducción de diferentes expresiones dentro de los diversos ámbitos del patrimonio cultural inmaterial: arquitectura simbólica, obras plásticas, técnicas y objetos artesanales ceremoniales, música tradicional fúnebre, arte pictórico, poesía, danza, narrativa popular, etc.