Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán. La Peña de Bernal, guardián de un territorio sagrado.
Todos los años, los pueblos de ascendencia otomí-chichimeca asentados en la zona semidesértica del estado de Querétaro, en el centro de México, acuden al triángulo simbólico que forman la Peña de Bernal y los cerros del Zamorano y el Frontón. Avanzan en peregrinación portando imágenes religiosas y, con ritos acompañados de danzas y música, invocan la lluvia y la protección divina, veneran a sus antepasados y garantizan la continuidad de su comunidad. El resto del año realizan ceremonias en capillas familiares o en altas estructuras perecederas “chimales” - imponentes estructuras temporales construidas con carrizo y recubiertas de plantas silvestres, que son ofrendas y símbolos de la resistencia, la vitalidad y sentimiento identitario de la comunidad- que exaltan la resistencia e identidad de sus etnias.
El vínculo entre la cultura espiritual y el espacio físico ejerce una influencia en el arte de la región, en particular en las imágenes religiosas, pintura mural, danza, música y las costumbres que encarnan ese vínculo son componentes esenciales de la identidad cultural de la comunidad.